Claude Cahun (1894-1954), cuya obra provoca verdadero entusiasmo actualmente, era prácticamente desconocida hasta principios de los años ochenta, momento en el que los trabajos de François Leperlier y las exposiciones del Museo de Bellas Artes de Nantes (1994) y del Museo de Arte Moderno de París (1995) la descubrieron al gran público. Su vida y su obra –tanto literaria como artística– reflejan una personalidad excepcional, profundamente libertaria, situada en los márgenes de las convenciones dominantes (sexuales, sociales, éticas…) de una época de exploración de las vanguardias y de conmoción moral. De entre todas sus fotografías, los autorretratos son sin duda el material que ha suscitado más interés en los últimos tiempos. La artista se sirvió durante toda su vida de su propia imagen para abatir uno por uno los tópicos asociados a la identidad. Se reinventó a través de la fotografía posando ante el objetivo con un hábil sentido de la actuación y del juego de roles, vestida de mujer, de hombre, de heroína inclasificable, con larga cabellera o con el pelo muy corto e, incluso, con el cráneo rasurado. Este recorrido discursivo encontró su prolongación, particularmente innovadora, en los trabajos de puesta en escena de objetos y en el fotomontaje, que reivindican la posición dominante de lo imaginario y de la metamorfosis.
Esta exposición, que tiene en cuenta la pluralidad de análisis suscitados por Cahun desde los años noventa, muestra, a través de diferentes ejes de lectura –desde sus autorretratos evocadores de una identidad subversiva hasta las composiciones surrealistas, las metáforas eróticas y su incursiones en el ámbito político–, la modernidad de una artista que, como pionera de la autorrepresentación y de la escenografía de objetos, ha podido influenciar algunas prácticas artísticas actuales.
Metamorfosis de la identidad y subversión de los géneros
Una serie de fotografías realizadas durante el período comprendido entre 1913 y 1920 reúne algunas de las obras principales de Cahun. En estas imágenes, la artista se pone a sí misma en escena y subraya el travestismo y el juego de máscaras, multiplicando las variaciones sobre el género: femenino, masculino, andrógino, indeterminado. Cultiva conscientemente la ambigüedad sexual y cuestiona las convenciones y las normas establecidas. En 1928 llega a representarse con el cráneo rasurado, en maillot, de perfil o con las manos cubriéndole el rostro; también con una holgada chaqueta de hombre. Algunas escenografías de este período anticipan la performance contemporánea.
Poética del objeto
Las “combinaciones de objetos”, que surgen hacia 1925, imponen un tipo de representación todavía poco explotado y particularmente inventivo. Estas combinaciones gozarán de más dedicación durante los años 1935-1936, en ocasión de la exposición surrealista de 1936 y también como consecuencia del encargo de veintidós planchas fotográficas para ilustrar el libro de poemas de Lise Deharme Le coeur de Pic (1937), con prefacio de Paul Éluard. Se trata de puestas en escena efímeras, situadas a menudo en un entorno natural como un jardín o una playa. Cada sainete es una composición de elementos heteróclitos, encontrados o fabricados, pequeños objetos decorativos de cristal, utensilios de costura, ramitas, huesos, insectos, plumas, flores, guantes, pedazos de tejido, zapatos, arreos, etcétera. Este “teatro de las cosas”, también “lecciones de cosas”, indica una doble vertiente, plástica y simbólica, que Claude Cahun trataría en su texto Prenez garde aux objets domestiques (1936).
Metamorfosis de la identidad y subversión de los géneros (continuación)
Durante los años treinta, siguiendo con la exploración sobre las imágenes de sí misma, Claude Cahun parece distanciarse de la cuestión de la diferencia sexual y de las construcciones sociales y culturales para profundizar en las puestas en escena, los disfraces y las experimentaciones sobre los efectos de desdoblamiento que amplían el trabajo sobre los fotomontajes de finales de los años veinte.
Metáforas del deseo
En contra de la exhibición directa y a veces cosificadora del cuerpo femenino que algunas pinturas y fotografías parecen reflejar, Cahun opta por la postura insidiosa y “erótica enmascarada” de “segundo grado”. En esta categoría hallamos algunas imágenes que evocan especialmente el juego deliberado que la autora mantiene con el deseo. Ya sea en la exhibición distanciada del cuerpo, en sus connotaciones alegóricas (la bacante, el fauno, rodeados de una vegetación de sensuales motivos) o incluso en la puesta en escena de objetos antropomórficos (el padre con atributos hermafroditas), la artista se mantiene firme en la voluntad de mostrar el deseo en su esencia, de evidenciar su dimensión propiamente imaginaria.
Entre nosotras. Claude Cahun y Suzanne Malherbe (Marcel Moore)
Una fotografía de Claude Cahun, Entre nous (“Entre nosotras”, 1926), muestra concretamente el espíritu de este apartado. Se trata de evocar algunos aspectos de la relación íntima y de la colaboración artística entre Cahun y su compañera. Suzanne Malherbe ejecutó un buen número de negativos a partir de las sugerencias de Claude Cahun. Un retrato doble de 1921 muestra un sorprendente paralelismo que se presenta como metáfora posible de esta pareja: una relación de complicidad profunda entre dos fuertes personalidades. En los cuatro fotomontajes que ilustrarían Aveux non avenus (1930), la obra literaria más significativa de Cahun, convergen en esencia sus temas principales y las metáforas que la obsesionaban. Estas planchas representan el fruto de la colaboración entre las dos artistas.
Encuentros electivos
Esta serie de retratos, que nos recuerdan la importancia de las relaciones de amistad en la obra de Claude Cahun, permite reencontrar a los individuos a los que la artista dio prioridad, aquellas personas que la influenciaron o aquellas por las que sentía una simpatía particular: Henri Michaux, Robert Desnos, André Breton, Jacqueline Lamba, Suzanne Malherbe… Diez fotografías, surgidas de las representaciones del grupo de teatro Le Plateau, dinamizado por Pierre Albert-Birot, son testimonio del interés capital de Claude Cahun por la escena y los juegos de roles.
Poesía y política
Durante los años treinta y ante el advenimiento de los totalitarismos, Claude Cahun radicaliza su orientación política y se asocia, junto con los surrealistas, a determinadas agrupaciones de izquierda y extrema izquierda. Esta preocupación se refleja en su trayectoria estética. En la perspectiva inaugurada con su panfleto Les Paris sont ouverts, de 1934, subrayará la validez de la eficacia subversiva de “la acción indirecta”, la de la expresión simbólica, principalmente realizando algunos objetos que tienen como objetivo mezclar intensamente la dimensión poética y la dimensión política. Estas puestas en escena desembocarán en dos grandes series de imágenes fotográficas en las que dominan la ironía, la rebelión y la provocación: la “muñeca” (personaje confeccionado con papel de periódico) y el “teatro” bajo el globo de vidrio (un maniquí de madera rodeado de varios elementos).
Más allá de lo visible. Los últimos autorretratos
De la lectura de las fotografías de Claude Cahun surgen numerosas alusiones a manifestaciones que se sitúan más allá de lo visual, indicios susceptibles de permitir el acceso a otras realidades; quizá, incluso, más allá de la muerte. Su afinidad con el simbolismo, el interés por las doctrinas orientales y su complicidad con el surrealismo no hacen más que confirmar esta aserción del predominio de lo imaginario y de la metamorfosis, del que es testimonio el conjunto de su trayectoria intelectual y estética. La serie que lleva por título Le Chemin des chats (realizada entre 1949 y 1953) sugiere una reflexión sobre el cuestionamiento fundamental de la realidad y de las apariencias. El gato, por el que Cahun sentía tanto aprecio, simboliza el intercesor por excelencia, aquel que asegura el contacto intuitivo entre lo visible y lo invisible, que da acceso a mundos sensoriales desconocidos y perfectamente cercanos al mismo tiempo.
comisarios de la exposición: Juan Vicente Aliaga y François Leperlier